Metodologías de Operación
Existen diversos métodos para introducir el nucleante en la nubosidad, siendo los más conocidos y usados el sistema de “Generadores Terrestres” y la “Siembra Aérea”. Ambos sistemas presentan sus respectivas ventajas y desventajas, que detallaremos a continuación:
El sistema aéreo asegura en un 100% la introducción del nucleante en la nubosidad.
Sus principales desventajas son el alto costo, el riesgo de la operación y la restringida superficie que puede abarcar. Lo encarece el utilizar material aéreo, por una parte, y la necesidad de apoyo de un radar meteorológico, por otra, para determinar cuales áreas dentro de la nubosidad contienen adecuada cantidad de agua sobreenfriada.
El sistema terrestre no asegura que la totalidad del nucleante ingrese a la nubosidad, pudiendo perderse un pequeño porcentaje en el trayecto. Si bien requiere de un costo inicial de implementación de la red, cuando ésta se instala en forma definitiva, el costo de operación es varias veces más bajo que el sistema aéreo. Es útil tanto para superficies extensas como reducidas y no requiere equipamiento tan sofisticado como un radar, pues no es necesario determinar cuáles sectores dentro de la banda nubosa son los más apropiados, ya que se siembra y estimula la totalidad de la banda nubosa, ya sea asociada a un sistema frontal u otro fenómeno atmosférico que genere precipitación.
Figura Nº 3: muestra los dos tipos de sistemas: un avión va volando sobre, dentro o bajo la nube e introduce el nucleante y con generadores terrestres también se realiza esta tarea, a través de una red de estaciones.
Es interesante destacar una de las características más relevantes y positivas que posee el sistema de generadores terrestres, y es que, una vez instalada la red en una región, entra en operación “permanente”; es decir, es utilizable en todas y cada una de las situaciones atmosféricas que reúnan las condiciones para ser estimuladas dentro de la temporada de lluvias. También, si se estima necesario, dada la gravedad de una situación de escasez de precipitación, puede operar en cualquier momento del año, no necesariamente en la temporada lluviosa, cuando ocurra una condición atmosférica apropiada de ser estimulada. Por el contrario, los elevados costos del sistema aéreo siempre obligan a contratarlo por cortos períodos, dejando fuera importantes eventos lluviosos.
Independiente del modo o sistema a utilizar, es importante insistir que el éxito de esta técnica radica en su continuidad y permanencia en el tiempo. Si se considera que la estimulación de lluvias consiste en generar un porcentaje extra de precipitación a la que caerá en forma natural, lógicamente esta cantidad extra de agua será proporcional al agua que naturalmente precipitaría. De acuerdo a esto, en un año “seco”, es decir, con escasa lluvia, la cantidad proporcional que será posible obtener mediante la siembra de nubes también será escasa. Al contrario, en un año con precipitación normal o abundante, el porcentaje extra a obtener será también considerable.
Dentro de la gran variabilidad que presenta el parámetro de la precipitación, la aplicación permanente y continua de un programa de estimulación, dará como resultado que los años secos no lo sean tanto, y que los porcentajes extras de lluvia que se obtengan en los años lluviosos sirvan de respaldo para futuros años secos, ya sea en forma de agua embalsada, incremento de las aguas subterráneas, almacenamiento de nieve en las altas cumbres y, en general, en todas las reservas, tanto naturales como artificiales, que existen en el sistema hídrico de una región. El gráfico Nº 2 y Nº 3 respalda la información presentada sobre la mantención de un Programa de Estimulación:
Gráfico Nº2: Resultado de un programa de Siembre de Nubes en forma regular y duradero en el tiempo.
Gráfico Nº3: Ejemplo de un programa de Siembre de Nubes utilizado solo durante los años secos.
Tal como se muestra en el Gráfico Nº 3, es un error utilizar la siembra de nubes como un programa esporádico, a ser empleado solamente en años secos, pues la cantidad de agua extra obtenida será un reflejo de la que naturalmente cayó, y si ésta es escasa, también lo será el agua adicional lograda.
Un programa de estimulación de precipitaciones con fines operativos, es decir, orientado a obtener la mayor cantidad posible de agua extra, independiente del sistema y métodos de comprobación de resultados del mismo, debiera aplicarse en forma permanente y continua, para efectivamente elevar en aproximadamente un 15% la normal pluviométrica del lugar (ver Gráfico Nº 2). Las normales pluviométricas se calculan en base a 30 años de mediciones, período lo suficientemente largo como para absorber la marcada variabilidad natural de la precipitación. Por lo tanto, este período debiera ser considerado para determinar efectivamente el aumento del promedio de precipitación en un lugar, bajo los efectos de un programa continuo de estimulación.
- Publicado por: Mettech
- Abril 24, 2018